Partido Popular en Cantabria

Señor Revilla. Es evidente que usted y yo tenemos opiniones distintas sobre la marcha de Cantabria y su balance de gestión, pero fíjese: hoy no voy a discutir con usted y menos, después del debate tan bronco y desagradable que acabamos de vivir.

Sin que sirva de precedente, hoy no voy a llevarle la contraria. Hoy quiero que sus palabras no reciban réplica y supongo que se preguntará por qué.

No sé si el resto desus señorías ha caído en la cuenta, pero este podría ser mi último debate en esta Cámara con usted como presidente, y después de 16 años al frente del Gobierno y más de cuatro décadas de servicio público, es justo decir que usted merece respeto y reconocimiento por parte de esta institución.

El próximo 28 de mayo se cumplirán 40 años desde que el señor Revilla entró por primera vez por las puertas de esta Cámara. Se dice pronto.

Usted trabajaba en un banco y yo era una adolescente que quería ser físico nuclear.

Ha pasado una vida entera. Todos hemos cambiado mucho con el paso de los años, aunque usted se conserva muy bien, mejor que muchos.

Más allá del humor, lo cierto es que, en estas cuatro décadas, nuestra tierra ha cambiado, ha crecido y los cántabros nos sentimos orgullosos de ello.

Usted, uno de los que más, pues como presidente de este Gobierno forma parte ya de la historia de Cantabria y, como diría Mariano Rajoy, es un honor ser presidente del Gobierno. No lo hay mayor.

¿Qué hay oportunidades perdidas? Muchas.

Dónde quedaron aquéllas palabras de su primera intervención parlamentaria, cuando decía que “…independientemente del abandono del poder central, Cantabria era una región rica, más rica que otras”.

O que “… cada peseta del Estado aquí era una peseta que se multiplicaría rápidamente por dos o por tres, mientras que metida en otras zonas de España era una pérdida garantizada.”Le preguntaremos a Cataluña o País Vasco, que tienen más experiencia que nosotros.

O cuando anunciaba, con cierta inocencia, que lucharía “… contra la tentación de la vagancia, la inoperancia y las posibles corruptelas” de un Gobierno que más tarde tuvo el honor de presidir.

Lo que pasa, Señor Revilla, es que nadie es infalible. Ni usted, ni nadie, porque todos en esta Cámara, por muy lejos que estemos los unos de los otros, sólo somos personas que persiguen hacer lo mejor, lo mejor posible.

Así que, a pesar de todas nuestras diferencias, los diputados de mi partido y yo y, creo que en general todos los miembros de esta cámara, seremos capaces de coincidir en que sus esfuerzos en estos 40 años son un hecho constatable.

También hay que reconocer todas las veces que intentó ofrecer la mejor cara de esta tierra, incluso aquéllas en las que lo consiguió, que fueron muchas, y las incontables ocasiones en que ha llevado a nuestra región- una tierra de gente honrada, luchadora y valiente, que da la cara por costumbre y por virtud- por toda España.

Por todo eso estoy segura, Señor Revilla, de que a usted también le duele abrir el periódico últimamente. Le reconozco que a mí también.

Y por eso hoy he decidido hablarle muy sinceramente, para que quede reflejado en nuestro diario de sesiones: yo no creo que el Señor Revilla haya metido la mano en la caja, señorías.

No creo que usted haya robado nada ni a los cántabros ni a Cantabria, pero las sospechas sobre su Gobierno están ahí, señor Revilla, y sería absurdo e impropio de usted no reconocer que eso es así.

Señor presidente, usted ha dado lo mejor que tenía por esta región y una inmensa mayoría de los cántabros se lo agradecemos, pero precisamente por ello le digo que no asumir responsabilidades en primera persona podría empañar 40 años de servicio público.

No permita que eso suceda: Dé un paso al frente.

Asuma responsabilidades políticas en nombre propio.

Reconozca que han fallado, que algo ha hecho mal, y pida disculpas a los cántabros.

Muchas gracias y mucha suerte.

Se adjuntan audio y foto (Créditos foto: Nacho Cubero)